Euro digital: una actualización

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Ahora el debate sobre el euro digital tiene nombres y apellidos, pero en realidad lo que nos interesa son las visiones enfrentadas, que son básicamente dos.

El problema surge de la decisión de Estados Unidos de liberalizar el mercado de las stablecoins vinculadas al dólar, que se ha materializado en una serie de medidas legislativas, entre las que destaca la Genius Act, de la que hablamos en nuestro análisis del 25 de julio.

El debate se centra en los ministros de Finanzas del viejo continente, donde, por un lado, están los que querrían acelerar la introducción del euro digital para contrarrestar tanto el monopolio de los circuitos de tarjetas de crédito estadounidenses como el desarrollo de las stablecoins vinculadas al dólar. Los defensores del euro digital se oponen firmemente a una solución al estilo estadounidense, es decir, a la creación de stablecoins vinculadas al euro y gestionadas por empresas privadas, porque sostienen que esto puede provocar inestabilidad financiera, sin especificar, sin embargo, con detalle las variables clave y las fuerzas responsables de dicha inestabilidad. De manera coherente, sostienen que cada euro digital debe estar garantizado por un euro fiduciario emitido por el BCE.

Por otro lado, hay quienes se oponen a esta visión y sostienen que el proyecto del euro digital en formato CBDC debe abortarse inmediatamente y abandonarse para el futuro, con el fin de apostar por una solución basada en el modelo adoptado por Estados Unidos, y que es necesario hacerlo rápidamente. El argumento más sólido de esta facción es que la solución CBDC no garantiza en absoluto la estabilidad financiera, de lo contrario no se discutirían los límites de tenencia. Y este es un punto realmente significativo. El proyecto prevé que el euro digital se distribuya a través del canal bancario y esté vinculado a los depósitos en euros fiduciarios (quizás incluso a valores a corto plazo muy líquidos). Imaginemos que esos depósitos pueden convertirse íntegramente en euros digitales. En este escenario, los titulares tendrían un crédito frente al BCE, que es el único autorizado para garantizar las emisiones de euros digitales. Este modelo se expone al riesgo de una retirada masiva de depósitos en caso de turbulencias financieras, ya que los euros digitales podrían conservarse en las carteras personales, retirándolos del circuito bancario, que se vería entonces en apuros. Por otra parte, incluso con el euro fiduciario puede producirse una «corrida bancaria», pero los billetes retirados deberían guardarse «debajo del colchón». Con el euro digital, el «colchón» se convertiría en un monedero y, por lo tanto, sería más fácil guardarlo en un «lugar» protegido (y relativamente seguro). Por eso se habla de límites de tenencia, con el dilema de que unos límites demasiado bajos desalentaría la tenencia de euro digital y unos umbrales demasiado altos agravarían el riesgo de una «carrera hacia las ventanillas».

Y este no es el único compromiso que suscita dudas. Otro aspecto conflictivo es la solución razonada que entra en conflicto abierto con la prisa dictada por el riesgo de «perder el tren» del desarrollo de los mercados digitales, cuyo billete de entrada es la moneda digital y, por ello, de fundamental importancia.

 

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Esta publicación expresa la opinión personal de los colaboradores de Custodia Wealth Management que la han redactado. No se trata de consejos o recomendaciones de inversión, ni de asesoramiento personalizado, y no debe considerarse como una invitación a realizar transacciones con instrumentos financieros.