“WILLOW”: El nuevo chip cuántico de Google

El pasado 9 de diciembre, Google Quantum AI Lab, un consorcio de investigación en computación cuántica que incluye, además de Google Research, a la NASA y otras instituciones, anunció la creación de Willow, un nuevo chip que promete reducir el error cuántico de forma exponencial a medida que aumenta el número de Qubits. Esta innovación se perfila como un avance significativo para esta tecnología.

Sin embargo, para comprender plenamente el sentido y el alcance de esta innovación, es necesario entender qué es la computación cuántica, en qué se diferencia de la tecnología actual y, sobre todo, cuáles podrían ser sus aplicaciones comerciales. Dejamos claro desde el principio que para nosotros este es (o quizás deberíamos decir “será”) un tema de inversión: se trata de comprender su impacto y cómo implementarlo de manera concreta.

Entrar en los detalles técnicos de esta nueva arquitectura computacional es una tarea compleja. Podemos afirmar -simplificando la narrativa – que los ordenadores cuánticos realizan cálculos utilizando los postulados de la mecánica cuántica. Esto les permite encontrar en muy poco tiempo soluciones a problemas que los ordenadores tradicionales tardarían siglos en resolver.

Nuestro problema es, en este punto, cómo invertir en esta tecnología. Para hacerlo, debemos identificar cuáles son esos problemas que los ordenadores actuales no pueden abordar. Es importante señalar que los algoritmos cuánticos para resolverlos ya han sido teóricamente codificados; lo que falta “solo” son los calculadores: chips como Willow aún cuentan con un número limitado de Qubits y enfrentan numerosos desafíos de construcción.

La computación cuántica es especialmente adecuada para crear esquemas criptográficos más sólidos que los actuales, lo que tiene un impacto directo en la ciberseguridad. También, en el campo de las simulaciones, los ordenadores cuánticos pueden resultar muy útiles: por ejemplo, en la simulación de ciertas reacciones químicas. Imaginemos la posibilidad de minimizar el uso de laboratorios físicos y contar con un laboratorio completamente virtual. Esto abriría muchos nuevos escenarios; uno de ellos: la síntesis de nuevos fármacos (incluso personalizados) en tiempos más rápidos y a costos mucho más bajos. Existen también aplicaciones relacionadas con las optimizaciones (aunque no todos los problemas de optimización, lamentablemente), que sin duda pueden ser de apoyo al Machine Learning y/o a la Artificial Intelligence. D-Wave es una empresa especializada en la provisión de sistemas de software cuántico. En su sitio web se pueden encontrar numerosos ejemplos de aplicaciones de algoritmos cuánticos.

Existe otra forma de invertir en esta nueva tecnología: el hardware. Google no es, desde luego, el único en haber creado chips cuánticos como Willow. IBM también lleva mucho tiempo activa en este sector: Heron es su último chip, que cuenta con 133 Qubits. Y, por supuesto, no pueden faltar NVIDIA e Intel. El problema fundamental en la producción de estos chips es la corrección o mitigación de errores, que en la computación cuántica tienden a crecer exponencialmente a medida que aumenta la potencia de cálculo (fenómeno que Willow – según se ha anunciado – parece incluso revertir), obligando a repetir los cálculos hasta obtener un resultado exacto. Producir este hardware es extremadamente complejo y requiere importantes recursos (como temperaturas muy bajas, cercanas al cero absoluto): por ello, solo gigantes tecnológicos como los mencionados se dedican a su desarrollo. Sin embargo, no es descabellado pensar que en el futuro, una vez superada la barrera de la escalabilidad, esta tecnología pueda ser desarrollada por spin-offs de estas grandes compañías, constituyendo un buen objetivo de inversión.

Por el momento, creemos que esta innovación aún se encuentra en una fase experimental. No obstante, continuaremos observándola de cerca, ya que podría convertirse en la “inversión” del futuro en un horizonte no muy lejano.

 

Disclaimer: El presente artículo expresa la opinión personal de los colaboradores de Custodia Wealth Management que lo han redactado. No constituye asesoramiento financiero, recomendaciones de inversión ni consultoría personalizada y no debe considerarse como una invitación a realizar transacciones en instrumentos financieros.